Cura renuncia al Vaticano para casarse con otro hombre
Un sacerdote Argentino decidió dejar de luchar contra su naturaleza, así que abandonó el Vaticano para casarse con otro hombre.
Su nombre es Pablo, tiene 40 años y su amor por Oscar, un organizador de eventos, lo llevó a cambiar su vida de rumbo.
Además, confesó que su primer contacto homosexual fue cuando estudiaba para ser eclesiástico, a sus 21 años. Contó al medio Vice, que se trató de un joven colombiano quien le encendió esa ‘cosquilla’ por otros hombres.
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Tras terminar su preparación, ambos partieron a distintas sedes del Vaticano en el mundo, por lo que se separaron por razones de ‘gracia divina’. Pero también recordó que, un día en la Santa Sede, volvieron a encontrarse y a recordar su relación con un encuentro íntimo.
Luego de ese encuentro Pablo continuó con su vida sacerdotal, hasta que se integró a chats de hombres gay de donde surgieron algunos encuentros casuales; reveló que incluso se encontró con otros curas.
“En esos sitios conseguía más ‘adeptos’ cuando decía que era cura. ‘¿Quién quiere coger con un sacerdote?’, escribía, y me llovían las propuestas. Hay mucho morbo con eso. (…) De los curas con los que estuve, con algunos compartía esa presión de estar viviendo dos vidas, pero para otros era algo totalmente normal” detalló.
Finalmente decidió abandonar el Vaticano
Cuando estaba dudando sobre si seguir con el sacerdocio o preferir su vida gay, fue enviado a una comunidad de Argentina; ahí tenía menos responsabilidades de la iglesia pero más oportunidades de encuentros sexuales. Fue entonces que se convenció de que necesitaba de un año sabático para aclarar su mente.
Viajó entonces a Villa Mercedes, Argentina, donde conoció a Oscar; su relación inició con encuentros casuales, pero al poco tiempo se volvieron inseparables.
Detalló que un día, sin previo aviso, el Vaticano dejó de darle la ayuda económica que le enviaba, la línea de teléfono y la obra social; esto le molestó tanto que publicó una foto suya con Oscar en la cama.
Sin embargo, este acto de enojo después lo llenó de alivio; fue entonces que se convenció de colgar la sotana para vivir su sexualidad libremente.
Pablo indicó que la forma más sencilla de salir del sacerdocio era casándose con su pareja.
Pese a que la iglesia no permite la homosexualidad, asegura que no ha dejado de creer en Dios y que, como pareja, ambos llevan una vida religiosa lo más apegada posible a los mandatos eclesiásticos.
“Yo realmente creo que Jesús no me condenaría por amar a otro hombre. Dicen que si en el último día de tu vida te arrepentís de tus pecados, Dios te perdona. Pero yo nunca me arrepentiría de esto” , asegura Pablo.