Siempre había fantaseado con tener un trío sexual con dos chicas, así que cuando mi novia y yo decidimos tener uno; se me era imposible dejar de hablar de lo que podría ser.
En preparación para nuestra sáfica aventura sexual, hablamos extensamente acerca de nuestras esperanzas y miedos: ¿Qué sería inapropiado? ¿Cuáles son nuestras prioridades? ¿Quién va a ser la directora dominante? ¿La doncella en falso-y-consensual peligro?
Fantaseamos acerca de nuestra Fantasía Ideal durante paseos largos en automóvil, escribiendo pequeñas anotaciones en nuestros cuadernos Moleskine (“Utiliza guantes que no sean de latex.”) como las buenas, y sexualmente liberadas “Hipsters” que somos.
Buscamos dentro de nuestras listas de contactos, exploramos OKCupid y dejamos pistas no-tan-sutiles para nuestras compañeras de trabajo que pensamos que podrían ser aventureras en nuestra búsqueda de esa perfecta tercera persona. La encontramos, la llevamos a cenar e intercambiamos límites sexuales sobre hamburguesas y papas fritas (totalmente casual) hasta que decidimos que teníamos buena base para continuar.
La noche del Evento, limpiamos la casa, compramos sus aperitivos favoritos para después-de y nos aseguramos de tener suficiente agua embotellada y lubricante orgánico hipoalergénico. Compramos sábanas nuevas para la cama. Por el amor de Dios, hasta llevamos el perro a una niñera.
Y al final este moderno, gay, completamente femenino, abiertamente comunicado trío fue igual de mierda que cualquier otro. Las pausas eran interminables, la incomodidad palpable, incluso poner el álbum de Beyoncé a todo dar no pudo aliviar lo malo que era este sexo en grupo equivalente a un festival de mierda.
Siendo una mujer bisexual que escribe acerca de sexo, soy familiar con los tríos sexuales… ya sabes, puramente investigativo. Y aunque los tríos tienen la fama de ser la “fantasía ideal”, cada uno — no importa si es HHM, HMM o (el que más me rompe el corazón) MMM — me han dejado perpleja acerca del porqué tienen tanta atracción. Los ménage-a-trois (como le llaman en francés) me dejan sintiéndome más meh que ménage. La gente habla todo el tiempo de como no le gusta ir de chaperón o sentirse como la tercera rueda de la carreta. Entonces, ¿por qué pensamos que la ecuación va a ser menos incómoda cuando le restamos ropa y le sumamos sexo?
En realidad no lo es.
Tres cuerpos femeninos participando en el clásico congreso carnal gay tiene consigo ciertas dificultades particulares. La forma en el que nuestros bellos y numerosos orificios interactúan con el cómo y el dónde de nuestros instrumentos penetrativos y orales puede ser bastante difícil cuando tratas de obtener una alineación perfecta. Piénsalo, ¿qué posiciones están disponibles para el colectivo de las partes prohibidas de tus participantes? ¿Todos están participando a la vez? ¿O consiste mayormente en dos personas “haciendo algo” mientras la tercera trata de besar algo — no importa que — para sentirse incluida y no como la tercera rueda de esta carreta carnal. (“¿Alguien necesita agua? ¿Aperitivos? Okay, todo bien…”).
Nunca en mi vida he estado tan deshidratada.
En realidad hablar acerca de los tríos sexuales es más interesante que participar en uno. Intercambiar fantasías sexuales de tríos con tu pareja, especialmente durante — ahem — momentos climáticos, puede ser muy excitante. Hablar sobre tus límites sexuales, acciones que te darían celos y planes para después-de es una experiencia emocional que te ayuda a conectar mejor con tu pareja. “Sexting” con tu próximamente tercera mientras estás cómoda con tu relación primaria, te hace sentir sexy, aventurera, y a la vez segura y amada. Insinuarle a tus compañeras de trabajo y amistades (especialmente las casadas o modestas) que estás super cansada gracias a que pasaste el fin de semana con tu “amiga especial” (guiño) te hace sentir muy cool, ¿no?
Pero me he dado a la tarea de encontrar a cualquier persona que ha tenido un trío y honestamente me pueda decir que esta “fantasía ideal” es el mejor sexo que han tenido en su vida. El sexo mediocre no se convierte en bueno sólo porque tres personas atendieron la jornada. Entonces, ¿cómo podemos atacar la discrepancia entre la maravillosa experiencia de hablar y planear para un trío y la experiencia insatisfactoria que es participar en uno?
Ten un cuarteto, duh. La ecuación es asombrosamente simple: si tenemos demasiadas partes que necesitan placer y no hay suficientes extremidades o apéndices para dar ese placer, entonces la solución es introducir más apéndices en la situación. Si nos encontramos en una situación en donde alguien se siente como la tercera rueda porque no hay suficientes Partes B (o Cs) para la Parte A de todos los involucrados, entonces es tiempo de buscar más Partes. Si tú y tu pareja van a “la tarea” con otra pareja, la pareja en cuestión entenderá más fácil el concepto de límites sexuales, situaciones que producen celos y la importancia del momento entre parejas después del acto grupal que tu amigo soltero que no tiene ningún tipo de inversión emocional. Además, si todo falla, separarse en dúos es una opción simple (e igualmente atrevida sexualmente).
Desde la escuela primaria sabemos que éste método de camaradas funciona. Lo hemos usado para excursiones y cenas en grupo por años, entonces ¿por qué no lo aplicamos en nuestra vida sexual? Los números pares nos aseguran que todos tendrán la oportunidad de sentirse incluidos activamente y representados, que nadie se va a perder, o tendrá miedo, o que no podrá llegar al autobús a tiempo para volver a casa. Y si alguien cancela a último momento todavía podrás tener un trío, porque si somos francos —coordinar para sexo en grupo es un maldito calvario.