Conchita Wurst nos ha hecho ‘imparables’

‘This is dedicated to everyone who believes in a future of peace and freedom. We’re unstoppable.’ fueron las palabras que Conchita Wurst dedicó a una audiencia de más de 180 millones de espectadores al alzarse con la victoria en el Festival de Eurovisión la noche del pasado sábado.

El alter ego travesti y piloso del austriaco Tom Neuwirth enarbolaba así la proclama con más contenido político que un artista ganador ha hecho en los últimos años del certamen europeo, en un escenario internacional que, como sabéis, está influenciado por el reordenamiento internacional que Rusia está motivando, así como la censura de la libertad de expresión de la comunidad LGTB en -cada vez más extenso- territorio.

El triunfo de la propuesta de Conchita no ha sido tan casual ni efectista como algunas personas han querido comunicar, con una gran dosis de reduccionismo y ‘pichaflojismo’. Justo dos de las principales características de las absurdas voces que se han alzado contra su candidatura, y que de seguro propiciaron el favor y apoyo del resto de los que podemos atestiguar este chusco ataque a la Diversidad de varios estados del continente.

Su triunfo, en realidad, debe tomarse como un aviso para las autoridades que quieren restringir las libertades civiles en Europa, pues gran parte de la ciudadanía europea ya apoya la Diversidad, con mayúsculas y sin doblez alguna, demostrando que cuando se nos ataca en lo más íntimo somos capaces de darle la vuelta a todas las previsiones.

Y manda ‘pelazos’ que tenga que ser Eurovisión el único atril donde los ciudadanos europeos puedan expresarse con libertad contra los abusos del poder y los ataques a las minorías.

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