Las historias de ‘A Roma con amor’

La historia protagonizada por Woody Allen es una de las más divertidas. El neoyorquino se mete en el papel de Jerry, un promotor de musica clásica jubilado, que viaja a Roma junto a su mujer psicoanalista (Judy Davis), para conocer al prometido de su hija.

Jerry -obsesionado con la muerte- cree que su hija se casa con un buen partido, sin embargo con su llegada a Roma todo cambia. Su futuro yerno (Flavio Parenti) es abogado…pero de oficio y además comunista y su futuro suegro (Flavio Parentii) es un empresario de pompas funebres. Cuando todo pinta negro para el personaje de Woody Allen, una nueva vuelta de tuerca cambia la historia. Su suegro tiene una prodigiosa voz, un torrente hipnótico que solo aparece cuando está en la ducha…así que Jerry decide montar versión más hilarante del ‘Paggliacci’ que uno pueda imaginar.

La historia protagonizada por Alec Baldwin, Jesse Eisenberg y Ellen Page es más que típica en la carrera cinematográfica de Woody Allen. John (Baldwin) es un famoso arquitecto que se encuentra con una imagen de si mismo en Jack (Jesse Eisenberg). El joven se encuentra en un cruce de caminos entre su novia y una amiga de ésta (Ellen Page) y aunque el hombre maduro intenta darle consejos constructivos para que elija a la chica adecuada, Jack comete los mismos errores que el John joven (los mismos errores que todos los hombres), finalmente, las casualidades del destino darán un giro inesperado al final de este capítulo..

La historia protagonizada por Roberto Benigni es la más surrealista de todas. El actor italiano es Leopoldo Pisanello un oficinista gris, con una rutina diaria y con una familia estable. Sin embargo un día todo cambia. Al salir al trabajo, Leopoldo se encuentra con una maraña de periodistas que no dejan de atosigarle. Comienza a ejercer como especialista en los telediarios, las mujeres se tiran a sus brazos, se hacen directos de sus afeitados…Allen se basa en el humor más absurdo para realizar una importante reflexión sobre el papel de los medios de comunicación, sobre la creación de ídolos en nuestra sociedad y sobre la fragilidad y peligrosidad de la fama gratuita

El capítulo protagonizado por Penélope Cruz es el más italiano de todos. Una prostituta (interpretada por la española) pone patas arriba la relación de una pareja de provincias que acaba de llegar a Roma. Los enredos se suceden, personajes que suplantan a personajes, fama, poder…un relato en el que la mujer tiene el papel principal (dos caras; la inocencia y la libertad de espíritu) y en la que el sexo hace de elemento purificador

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