El Vaticano le vuelve a dar la espalda al colectivo LGTB
El nombramiento de Francisco I como nuevo Papa consiguió levantar -virtualmente- el ánimo del colectivo LGTB. La salida de Benedicto XVI (ese hombre con el mismo aspecto que el malo-malísimo de la saga ‘Star Wars’) era algo a celebrar en sí mismo y la llegada del primer Papa sudamericano se consideró como un punto de inflexión dentro de la iglesia.
Poco después llegaba el primer discurso de Francisco I, una declamación lleno de matices y en el que más de unx intuía un proceso de cambio, un camino de aperturismo dentro de la Iglesia Católica.
Sin embargo, como suele decirse; un hecho tiene más valor que cualquier argumento. Así, las buenas intenciones anunciadas por el nuevo Papa se han quedado como mero papel mojado a las primeras de cambio.
Una iglesia sin disidencias
Tras meses de desencuentros, la iglesia brasileña había decidido apartar al sacerdote Roberto Francisco Daniel, de 49 años, por sus comentarios cercanos al colectivo LGTB. En un país tan profundamente religioso como Brasil la cuestión fue adquiriendo importancia y el propio Vaticano se ha visto obligado a opinar sobre tan delicado asunto.
Y la respuesta del Vaticano ha sido la lógica para una institución que ha conseguido convertir al sufrimiento y la culpa en los productos más rentables de la historia: confirmar la excomunión del sacerdote.
Roberto Francisco Daniel, siempre se ha mostrado como un sacerdote poco convencional y su enfrentamiento directo con la iglesia se produjo en abril del año pasado cuando se publicó un vídeo en el que defendía al colectivo LGTB e instaba por un cambio de la Iglesia católica ‘ante las nuevas realidades’.
Si la ciencia humana está constatando que hoy en día no se puede encuadrar más al ser humano en homosexual, bisexual, heterosexual, deberíamos encuadrarnos simplemente como seres sexuados, y que el amor puede surgir en cualquiera de esos niveles.’
Tras conocerse la decisión definitiva confirmada por el Vaticano, el Padre Beto no se ha arredrado y ha continuado alimentando el debate a través de un mensaje en su perfil de Facebook:
La decisión de la santa sede no cambia mi vida y mucho menos mi conciencia. Estoy en paz y siguiendo lo que Cristo predicó. Y vuelvo a decir: si reflexionar es un pecado, yo soy un pecador’.