Dirección: Ventura Pons
Guión: Ventura Pons
Dirección de fotografía: Andalu Vila San Juan
Productora: Els Films de la Rambla, S.A.
Nacionalidad: Española
Reparto: Documental
Duración: 87 minutos
Calificación: 8 / 10
Fecha de estreno: 31 de enero
¿De qué va?
Las grandes historias hacen grandes películas. Y, desde luego, la vida de Ignasi Millet es un guión en sí misma.
Hijo de artistas y reputado museólogo -participó en la ampliación del Museo del Prado y del Museo Reina Sofia y fue uno de los protagonistas del proceso de restauración de los guerreros de Xian-, a partir del 2008 la crisis se cebó con su empresa de restauración de tal manera que ahora tiene que hacer malabarismos para sobrevivir.
Ignasi es homosexual y desde el año 1996 convive día a día con el VIH. A pesar de tener clarísimas sus inclinaciones, Ignasi -que tenía igual de claro que quería ser padre- se enamoró de una mujer en su adolescencia con la que tuvo dos hijos.
En la actualidad, su mujer –-ue está en silla de ruedas y estuvo a punto de morir cuando dio a luz- ha descubierto que es lesbiana y comparte su vida con una nueva compañera. Sus hijos, que pronto emigraron a Londres, se han convertido en incipientes artistas audiovisuales y el menor de ellos ha descubierto la verdad -su verdad al menos- al lado de La Biblia.
Sus progenitores tienen las peculiaridades propias de los artistas: su padre ha intentado suicidarse por tercera vez y ahora vive en una residencia de ancianos escribiendo poesías que orbitan sobre la muerte y haciendo dibujos al más puro estilo de Daniel Johnston. Su madre, abnegada toda la vida, se ha convertido en una guerrillera, en una independentista, en una mujer liberada que no entiende de prejuicios.
Sin embargo, a pesar de vivir con 29 pastillas diarias y que cada vuelta de tuerca de su vida ha servido para complicar un poco más su existencia, Ignasi se niega a ser pesimista.
Como si se tratase del Cándido de Voltaire -sin el sentido peyorativo que ha ido adquiriendo el término, obviamente-, Ignasi consigue enfrentarse a la vida de una manera demencialmente divertida.
Ventura Pons -amigo desde hace tres décadas del protagonista de la cinta- nos invita a compartir este viaje junto a Ignasi. Un viaje divertido, valiente, positivo y que transciende de la propia figura del protagonista para hablar de la homosexualidad, el VIH, la creación, la crisis, la paternidad en el mundo LGTB.
Un retrato del hombre contemporáneo -con sus necesidades, actitudes y carencias- que nos invita a reflexionar y que nos enseña una lección vital que no debemos olvidar: vivir sin ningún tipo de miedo.
Vídeo Tráiler de ‘Ignasi M’
Sabías que…
1. ?Ventura Pons es uno de los pocos cineastas de nuestro país que se ha autogestionado la mayor parte de su obra. En palabras del propio Ventura, la autogestión tiene ventajas puesto que:
Siendo productor, uno controla su producto. No tienes que dar explicaciones a nadie sobre la película que quieres hacer. Otras de las ventajas es que cuando tu producto da dinero no se lo queda un tercero… por otro lado, la mayor desventaja es que cada vez el mundo de la cultura está más complicado”.
2. Para Ignasi este documental le ha servido como terapia. Según afirma el protagonista, la cinta le ha funcionado puesto que:
Cuando Ventura me propuso hacer esta película se lo consulte al psicólogo que me trata y él me indicó que está película era una terapia de las que no se pueden pagar ni con todo el oro del mundo. Además, si esta terapia me sirve a mi le puede servir a mucha gente. ¿Por qué? Puesto que hay chicos que todavía no pueden hablar abiertamente del VIH, puesto que el caso de Rusia nos muestra la hipocresía de la sociedad, cuanto más hablemos del tema, mejor, puesto que cada acto es marcar posición ante una sociedad lenta, atrasada y que avanza poco a poco”.
3. La cinta ha viajado por todo el mundo visitando diferentes festivales. De hecho, ‘Ignasi M.’ ha sido presentada en certámenes tan prestigiosos como el Festival Internacional de Cine de Toronto, el Festival Internacional de Cine Documental de Amsterdam el LesGaiCineMad y se ha encargado recientemente de cerrar el Festival Zinegoak.
4. Como si se tratara de un viaje cíclico, Ventura Pons ha regresado al mundo del documental con el que debutó en el cine. Si en 1978 estrenaba la cinta ‘Ocaña, retrat intermitent’, en la que personalizaba al incipiente movimiento LGTB -‘En aquella época no se decía LGTB sino público maricón’ como confiesa el propio director en la jugosa entrevista que tuvimos la oportunidad de hacerle- en la figura de este artista travesti, ahora vuelve con un documental que también toca temas cercanos al colectivo. Entre medias, 25 películas entre las que se incluye otro documental ‘El gran gato’.
5. El rodaje se inció en febrero de 2013 en Barcelona y de ahí se ha ido viajando a otras localizaciones como Badalona, La Floresta, Montserrat, Sant Cugat, Torrelles, Vallirana y Londres.
Lo mejor…
1. La inmensa figura de Ignasi Millet. En la deliciosa entrevista que tenemos tras el visionado de la película, tanto Ignasi como Ventura se muestran muy naturales y tras una de las respuestas del protagonista de la cinta, el director me pregunta ¿Ahora entiendes porqué he hecho esta película? Y tanto que lo entendemos. La figura de Ignasi crece ante la cámara puesto que se nos muestra de manera completa, es decir con sus virtudes y defectos. Una figura que transciende al colectivo LGTB para convertirse en un modelo para la sociedad actual.
2. El acierto de Ventura Pons. Sin ningún atisbo de pretensión, el director catalán consigue acertar de pleno al contar esta historia (y también acierta en como la cuenta). De algún modo, Ventura Pons consigue mostrarnos una vida particular para mostrarnos algo más profundo, para realizar un retrato del hombre de nuestros días.
3. Ejercicio de normalización del VIH. A lo largo de toda la cinta, Ignasi tiene un discurso coherente, interesante y que trata de desestigmatizar a este virus. En palabras de Ignasi:
‘El VIH ya es de por sí una carga que llevas todo el tiempo y que afecta mucho a la psicología de cada uno. Hay un sentimiento de culpabilidad muy grande, pero la solución no pasa por irse fustigando o condenándose por tener este virus. Esto es un virus y punto. Tampoco hay que descuidar la guardia y avisar a la gente joven que vivir con este virus no es ningún chollo, es un problema que llevarás toda la vida”.
4. Una lección vital. La empatía y esperanza que destilan de todas la acciones del protagonista terminan contagiando -y con suma facilidad- al espectador, que pronto se ve envuelto en un buenrollismo que llena toda la sala.
5. El humor como arma contra los golpes vida. A lo largo de toda su filmografía, Woody Allen ha intentado explicarse cual es el sentido de la vida. Con su clásico sentido del humor el genio de Brooklyn terminó definiendo a la vida como una existencia llena de soledad, miseria, sufrimiento, tristeza y que sin embargo termina demasiado deprisa. De algún modo, Ignasi comparte la misma visión. Uno podría pensar que el acercamiento a su figura tendría que ser inevitablemente trágico, sin embargo su optimismo consigue cambiar la óptica de la cinta.
6. Una película de trincheras. Ventura afirma que está es una película de trincheras puesto que:
Ahora estamos en un hoyo del que vamos a salir como podamos. Con pequeñas cosas, con la fuerza que tenemos y, sobre todo, con las ganas de salir adelante saldremos, puesto que nos han robado la cartera, pero lo que no nos podrán robar son las ilusiones y las ganas de hacer cosas”.