Anna Netrebko, diva rusa
La soprano, cuyas interpretaciones de Violetta en ‘La Traviata’ o Lucia en ‘Lucia di Larmmermoor’ se han convertido en estándares vocales de la última generación lírica, se ha visto envuelta en el problema de la política rusa con el estreno de ‘Eugenio Onegin’ en Nueva York.
El Met acoge un año más su estreno de temporada a lo grande y no se ha podido evitar esta vez -por mucho glamur que quisieran darle a la primera noche- las protestas en las puertas. El Lincoln Center se preparó para una celebración por todo lo alto y su soprano estrella, Anna Netrebko, como principal protagonista del evento. Se dispuso una pantalla en la misma plaza para que las personas que no entraron pudieran ver el acontecimiento y una declaración de ‘respeto hacia las protestas pero reivindicando abstención política’.
La petición era clara: querían una declaración oficial del Met y de los integrantes de la obra en contra de las políticas anti-Gay rusas y en apoyo no sólo de la comunidad, sino del autor ruso (Tchaikovsky) al que recientemente el Gobierno ruso ha querido extraer de su verdadera orientación sexual a modo de borrón. Para Putin, el compositor no era ni nunca fue homosexual (se llegaron a recoger 1621 firmas para que el Met dedicara su estreno a la comunidad LGTB).
Declaraciones sin aplausos
El director general del Met (Peter Gelb) ha sido claro en su postura y en la de la institución a través de declaraciones y un comunicado oficial:
Es importante que el público entienda por qué no dedicamos esta representación a los ciudadanos gais oprimidos de Rusia, incluso habiendo sido presionados para ellos (…) Como institución artística, el Met no es el vehículo apropiado para luchar batallas contra las injusticias sociales del mundo’.
Sin embargo, para algunos estas declaraciones solo huyen de reconocer que Anna Netrebko y Valery Gergiev (director) han sido vinculados con apoyos a Vladimir Putin algo que, hasta ahora, no han podido -o querido- desmentir oficialmente. La soprano rusa, que interpretará a Tatiana en la obra, intentó zanjar la polémica el pasado agosto con un post en su Facebook:
Como artista, es un gran motivo de felicidad colaborar con todos mis maravillosos compañeros independientemente de su raza, etnia, religión, género u orientación sexual. Nunca he discriminado a nadie y nunca lo haré’.
La polémica no terminó para Netrebko y Gelb, en un intento de reivindicar el carácter general pro-LGTB que tiene el Met continuó en su comunicado:
– Mientras Rusia oficialmente puede negar la sexualidad de Tchaikovsky, nosotros no lo hacemos. Estamos orgullosos de presentar al compositor gay más grande de Rusia
– En sus129 distinguidos años de historia, el Met nunca ha dedicado una sola representación a una causa social o política, no importa lo importante o justa que fuera. Nuestros mensajes siempre han sido enviados a través del arte
– ‘Eugenio Onegin’ fue compuesta a finales del siglo XIX, en las postrimerías del fugaz matrimonio del ruso, y es reflejo de la asunción de su verdadera sexualidad’.
Cierto es que el Met, nunca se ha pronunciado en materia política y que solo la mera representación de una obra como ‘Eugenio Onegin’ esté hablando por sí sola. Por otro lado, también hay que romper una lanza a favor de los que reivindican que Netrebko o la Ópera se pronuncie -máxime ante la representación de una obra de Tchaikovsky- en un estreno. Quizá unas meras palabras al público de Netrebko justo antes de que comenzara el acto habrían bastado para recoger aplausos y dignificar el momento.
La tensión entre las políticas rusas y los amantes de la Ópera no se habían hecho patentes hasta este verano pero parece que, además de en los círculos más populares, el clamor anti-política rusa está llegando a las alturas líricas de la cultura.