¿Por qué a las mujeres buga les gusta tener confidentes gays?
Eric Russell tiene claro que no, que no se trata de un estereotipo. Este estudiante de doctorando en el Departamento de Psicología de la Universidad de Texas en Arlington (EEUU) cree firmemente que las mujeres heterosexuales tienden a hacerse amigas de los hombres gays.
Más aún, lo ha convertido en su principal objeto de estudio. “Creo que soy el único que investiga sobre esto; puede que tenga un nicho”, bromea en conversación con Chueca.com.
Desde hace tres años, Russell, que aclara que él mismo es un homosexual que “toda su vida” ha tenido “muy buenas amigas heterosexuales”, analiza este tipo de relación que, subraya, es muy distinta a la que se establece entre mujeres y heterosexuales, aunque también se hable de amistad.
Su último trabajo, publicado en la revista Archives of Sexual Behaviour, no deja lugar a dudas sobre su intención. Por qué (y cuándo) las mujeres heterosexuales confían en los hombres gay: motivos ulteriores de aparejamiento y competición femenina, se titula el estudio.
Experimento sociológico
“Por supuesto que tiene validez científica; es la primera vez que se analiza este tema desde un punto de vista cuantitativo además de cualitativo. Esto implica que las conclusiones de mi estudio se pueden extrapolar a todas las mujeres”, señala a este diario.
Russell y sus colaboradores han llevado a cabo todo un experimento sociológico, dividido en cuatro estudios. Para el primero seleccionaron a 167 estudiantes femeninas heterosexuales.
Por una parte, se trataba de confirmar lo que ya se sospechaba y lo que, como recuerda el autor principal, se retrata continuamente en películas y series de televisión, como Sexo en Nueva York, Will y Grace o Modern family, entre otras.
Pero el autor quería ir más allá: no sólo ver que, en efecto, a las mujeres les atraían los gays como amigos, sino saber qué tipo de consejos les gustaría recibir de ellos.
Utilizando perfiles en redes sociales en los que se especificaba su orientación sexual, a las participantes se les pasó un cuestionario sobre en qué temas confiarían más en personas de distintos perfiles: mujeres, hombres heterosexuales o gays.
Lo que demostró Russell es que las féminas tendían más a pedir consejo a sus amigos gays en temas sentimentales que en otros como los laborales.
El segundo experimento, en el que participaron 272 mujeres heterosexuales, pretendía aclarar la siguiente duda: a la hora de pedir consejo sobre una situación sentimental que tuviera un componente de decepción -por ejemplo, si un chico te ve borracha en una fiesta y te ofrece dormir en su casa (sólo) para ahorrarte el taxi- ¿confiarían más en sus amigos gays o en los heterosexuales o las de su mismo sexo? La mayoría no dudó al atribuir más sinceridad a los gays que al resto de opciones.
Estos dos primeros trabajos confirman, según los autores, la hipótesis de que el hecho de que los gays nunca tendrán intención de emparejarse con sus amigas influye en que éstas confíen más en ellos. Pero querían ir más allá.
Ya se sabía que, a la hora de afrontar una posible decepción, la mujer iría a su amigo gay pero ¿qué pasaría si se trababa de ligar? ¿Preferirían el consejo de alguien de su mismo sexo o volverían a confiar en el homosexual cercano? De nuevo, ganaron estos últimos.
Con el cuarto experimento, se llegó a la conclusión que más sorprendió “aunque no por inesperada” a Russell. Lo que se vio es que esta tendencia femenina a hacer amigos gays se incrementa si están en un ambiente sentimental competitivo; es decir, si las mujeres heterosexuales están rodeadas de otras como ellas buscando pareja. De nuevo, se confirmó la hipótesis.
“Si están en un ambiente con mujeres muy antipáticas o desagradables, que no sean vistas como la competencia, la tendencia es menor”, subraya el investigador estadounidense.
El autor explica a este periódico que “aún queda mucho” por saber sobre este tipo de relación y su idiosincrasia.
De hecho, Eric ahora estudia directamente la interacción y, cual conejillos de indias de un experimento psicológico, reúne en su laboratorio a mujeres y sus amigos gays, y a éstas con otras amigas y amigos heterosexuales, algo que espera le dé mucha y nueva información valiosa.
“Los participantes no reciben ninguna compensación, pero quieren aprender más sobre este tipo de relación, que todos reconocen, y están encantados de participar”, afirma Russell.
El mayor y único experto de este tema del mundo tiene claro que sus estudios distan de ser perfectos. Por ejemplo, reconoce la homogeneidad en la edad de las participantes (ninguna supera los 25 años) y cree que los resultados podrían variar si se hiciera con mujeres más mayores, de alrededor de 40, “que ya están emparejadas”.
Para él, sin embargo, la tendencia a hacer amigos gays se mantendría en este grupo de edad, aunque quizás “no con tanta fuerza”.
Sin duda, el nicho de Russell da para mucha más investigación. Y él no parece tener intención de concluir la suya