Las asociaciones de familias de menores trans han mostrado su consternación en 9 actos de repulsa organizados por toda España tras el conocimiento del suidio de un joven trans barcelonés objetivo del acoso transfóbico en su centro de estudio.
Este caso pone de manifiesto la desprotección de los y las menores del colectivo transexual y transgénero en el entorno educativo, tal y como han destacado varias de las asociaciones organizadoras de los actos, así como el Observatori contra l’Homòfobia, que lleva meses denunciando la falta de desarrollo de la ley contra la discriminación LGTB aprobada el año pasado por el Parlament.
Como ya han manifestado desde la entidad en otras ocasiones, la ley catalana prevé actuaciones para proteger al colectivo LGTBI del bullying. No obstante, sin dotación presupuestaria es imposible su aplicación, algo que la deja completamente desprovista de capacidad ejecutiva en estos casos.
El Observatori contra l’Homòfobia ha hecho un comunicado público en el que reclama medidas urgentes para combatir la discriminación y violencia contra las personas trans. En sus propias palabras
No podemos permitir la ausencia de políticas contundentes y rigurosas contra el bullying hacia los menores transgénero. Es esencial aplicar medidas urgentes que erradiquen la violencia LGTBIfóbicas. Alan sufrió un acoso constante que nunca debería haber sido tolerado. Exigimos que las Administraciones activen todas las herramientas necesarias para la plena aplicación de la ley 11/2014 y la eliminación de cualquier referencia a la disforia de género para luchar contra esta lacra social. No podemos esperar más. Debemos dar prioridad a la lucha contra la transfobia de manera urgente.’
De la misma manera, la asociación Chrysallis, a la que pertenecía Alan y su familia, ha publicado un manifiesto de repulsa social al que se pueden adherir entidades y particulares de manera libre y en el que puede leerse:
Como su madre dice, lo ocurrido no es responsabilidad de una sola persona, sino que cada día durante años alguien se ocupó de que supiera que su diversidad no era aceptada. Entre todos le mataron. No ha sido un suicidio, sino un asesinato social.
Las personas transexuales y sus familias, sufrimos cotidianamente actos de microviolencia tanto social como institucional, que se acumulan, sumándose a los obstáculos que supone vivir esta situación y, que como le pasó a Alan, se convierten en una carga insoportable.
Desde Chrysallis exigimos a los poderes públicos, a las administraciones educativas y sanitarias, a los encargados de los registros civiles, a los grupos parlamentarios y partidos políticos, y en general a toda la sociedad, que se proteja a los menores transexuales, haciendo que se reconozca y respete su identidad sexual, y que se ataje la transfobia en todos los ámbitos.
La transfobia NOS mata a todos. Todos somos Alan.’