Las diferencias al salir del clóset entre un gay y una persona transexual
En el colectivo LGBTTTQI tenemos más colores que el propio arcoiris. No todo el mundo está de acuerdo con que exista gente “pansexual” y consideran que con las siglas LGBTTTQI ya tenemos suficiente. Pero da igual, la realidad es la que es, y nadie puede ni debe evitar que existan personas únicas y diferentes al resto.
Todas las barreras que han cruzado los homosexuales en la historia han sido muchas, pero recordemos que, detrás, siempre vienen más. Cuando se consigue que la sociedad acepte y respete a los gays, se le tiene que explicar que también existen chicas homosexuales, y después las transexuales. Y aquí nos encontramos con un tema muy curioso: la salida del armario.
Para muchos homosexuales, salir del armario es un drama, un momento muy complicado, pero que tarde o temprano se tiene que llevar a cabo. Un momento en el que te liberes, digas como te sientes y vivas tu vida en libertad, sin presiones ni prejuicios propios. Pero ¿qué sucede cuando quién ha de “salir del armario” es una persona transexual? Que es lo contrario y lo entendemos perfectamente.
Prácticamente toda persona transexual ha vivido un conflicto interno con lo que siente y lo que ve en el espejo. No es bueno generalizar, pero la gran mayoría sienten que su cuerpo no es el correcto. Tienen vagina pero se sienten chico, y tienen pene pero se sienten chica.
Hay quién empieza el proceso de transición antes, hay quién lo hace después. Los insensibles quieren catalogar los transexuales “que lo parecen” y los “que no”, pero ahí todos deben ir en el mismo saco (si es que hay que meterlos en uno).
Leíamos como un concursante (¡gay!) de ‘Survivor‘ sacaba del armario a un compañero transexual porque se enfadaron. Nadie tiene derecho a sacar a nadie del armario, pero aún menos a una persona transexual, que ha trabajado el triple o el cuádruple que una persona gay para poder vivir como verdaderamente siente.
El objetivo de un transexual es que le traten como quiere ser: un chico, una chica o alguien sin género, algo que en muchos países del mundo respetan mucho más que aquí. Así que despojar a una persona de su intimidad, desvelando una situación que no nos atrevemos a llamar ni siquiera “secreto”, no es más que uno de los ataques más sucios y rastreros que se le puede hacer a una persona.
El mundo necesita transexuales activistas que compartan su situación con el mundo para que, el día de mañana, ni sea noticia, ni tengamos que darle importancia a los genitales con los que nació cada persona.