Los ataques terroristas del pasado martes en Bruselas han recrudecido las sospechas infundadas contra las personas de origen árabe y/o religión musulmana.
Un efecto que, perseguido por los causantes de la atroz masacre, desmoviliza a esta comunidad a la vez que la convierte en el principal ojetivo de la discriminación y violencia ultra, provocando la exclusión e invisibilización social que hace aflorar el gémen del desarraigo y las expone sin alternativas a las redes de reclutamiento yihadista.
Algunos ejemplos de este inmotivado e intolerable recelo contra todo un colectivo por su falsa identificación con los grupos de terror insurgente se han dado desde los medios de comunicación generalista y social a través de informaciones sesgadas -intencionadamente o no- y de repugnantes eslóganes del tipo #StopIslam o #TerroristasWelcome.
Producto de esta creciente escalada de violencia reactiva contra las personas que son percibidas como árabes y/o musulmanas es el ataque de un grupo ultraderechista a la mezquita situada en la carretera de circunvalación madrileña M-30 hace pocas horas.
Una acción que dirigida -según el grupo instigador- ”contra el islamismo radical” por ”financiar al Estado Islámico”, sólamente perjudica la estabilidad del tejido social y la integración de las diferentes culturas y profesiones religiosas dentro de la democracia.
En este sentido, la Asociación de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Marruecos Kifkif ha enviado un escueto comunicado de prensa en el que condena de manera enérgica los ataques terroristas perpetrados en la capital política de la Unión Europea.
La entidad ha querido enviar su más sentido pésame a los familiares de las víctimas del atentado, y se solidariza con todas las víctimas inocentes de la barbarie yihadista.
De la misma manera, Kifkif ha comunicado que se acercarán hoy a la embajada de Bélgica (Paseo de la Castellana 18 – 6ª Madrid) para firmar el libro de condolencias que se ha habilitado en memoria de las víctimas del atentado.
Un gesto que demuestra la incoherencia de criminalizar arbitrariamente a una minoría y que nos debe recordar a los -no tan lejanos ni tan olvidados- tiempos en que las sospecha social recaía sistemática y crudamente en las personas del colectivo LGTB con argumentos tan poco coherentes como las que ahora se enarbolan en su contra.